¿Tu estilo de vida está alterando tu salud intestinal?

La microbiota intestinal (antiguamente denominada flora intestinal) es el nombre que recibe la población de microorganismos que habitan en nuestros intestinos (especialmente en el intestino grueso).
Está formada por bacterias (mayoritariamente), hongos, levaduras, virus y también gérmenes patógenos.

Tiene un papel fundamental en tu salud y bienestar generales. 

La microbiota intestinal cumple una serie de funciones imprescindibles para nuestra salud: metabólicas, nutritivas, de barrera y de modular el sistema inmunitario.

  • Ayuda a la digestión de ciertos alimentos que el estómago y el intestino delgado no son capaces de digerir.
  • Contribuye a la producción de algunas vitaminas (B y K).
  • Ayuda a combatir agresiones de otros microorganismos, manteniendo la integridad de la mucosa intestinal.
  • Desempeña un papel importante en el sistema inmune, actuando como “efecto barrera”.
  • Mantenerla saludable y equilibrada es fundamental para asegurar una función digestiva adecuada.

 

 Los microorganismos que forman nuestra microbiota intestinal viven en un delicado equilibrio (tanto en número como en tipo de colonias microbianas). Cuando por diversas causas se pierde este equilibrio se produce la disbiosis intestinal.

 

Síntomas de que tu microbiota intestinal está alterada

A nivel digestivo:

  • Hinchazón abdominal.
  • Dolor abdominal.
  • Digestiones pesadas.
  • Estreñimiento.
  • Colon irritable.
  • Intolerancias alimentarias.

 


Pero, la disbiosis intestinal no solo nos afecta a nivel de trastornos digestivos, sino que, al alterarse la mucosa, aumenta la permeabilidad intestinal y se inflama la pared intestinal. Todo eso contribuye a la aparición de enfermedades tan diversas como obesidad, síndrome metabólico, enfermedades inflamatorias intestinales (Crohn y colitis ulcerosa), alergias, asma, piel atópica, depresión, alteraciones del sistema inmunitario e inflamación crónica.

 

Factores que pueden desestabilizar tu microbiota intestinal
  • Alimentación: masticación insuficiente, déficit de vitaminas y minerales, déficit de fibra dietética, exceso de alimentos refinados, azúcares, carnes rojas, productos lácteos y alimentos procesados.
  • Factores ambientales: tabaco, alcohol, estrés, pesticidas y contaminación ambiental.
  • Estar sometido a situaciones de estrés y/o ansiedad.
  • Factores intrínsecos: procesos de diarrea o estreñimiento, el propio envejecimiento que favorece la disminución del número diversidad bacteriana.
  • Uso/Abuso de determinados fármacos: antiinflamatorios, antibióticos, antiácidos, anticonceptivos orales, tratamientos de quimio y radioterapia.
  • Infecciones intestinales: salmonelosis, parásitos y hongos.

 

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